sábado, 21 de abril de 2007

DE PASEO POR LA 45

Eran las nueve de la mañana cuando tomé el bus 068 de Manrique que me llevaría hacia la casa gardeliana. Aquel lugar que tantas historias recoge, que guarda un olor especial que se camufla entre el de una quebrada que pasa cerca de allí y el del polvo que se levanta de la carrera 45 o Avenida Carlos Gardel.

Nunca había caminado por esas calles, ni me imaginé entrar a una casa de fachada café y verde, y que además de flores, la decora algunas placas en memoria a Carlos Gardel, aquel artista famoso que murió en un trágico accidente al sur de Medellín y que hoy día es recordado por los amantes del tango que visitan la casa que lleva su nombre.

Cuando llegué a la carrera 46 con calle 76 me encontré con un hombre de piel muy blanca, ojos grises y una dulzura encantadora en su voz. Estaba sentado en la entrada a su casa, vestía una camisa blanca y un pantalón gris que combinaba perfectamente con el color de su cabello. Al acercarme a él me saludó algo tímido, pero poco a poco la conversación se tornó amena y más que sentir que lo estaba entrevistando, sentí que estaba junto a mi abuelo contándome la historia de un barrio que dejará de lado los estigmas e ingresará a la globalización.

José Guillermo Gómez lleva 50 años habitando el barrio Manrique, cuenta que cuando llegó a este lugar, las calles eran empedradas y boscosas. Por la calle 76 bajaba una quebrada y que el transporte era en carretillas con caballos, nada comparado con lo de hoy que hasta metro hay en la ciudad.
“Todo cambia niña, todo va mejorando”. Me dijo mirando a lo lejos la construcción de la nueva vía Carlos Gardel o la 45 como es conocida popularmente.

Con el señor José Guillermo estuve unos 40 minutos escuchando sus historias y observando de cuando en cuando la calle 76 que estaba algo empantanada, pues con el invierno el lodazal se riega por todas las calles del sector.

Continué subiendo hasta llegar a la 45 donde conocí a Leonardina Duque una señora de unos 65 años de edad, pensiona del hospital San Vicente, que vive con una sobrina hace 35 años en una casa que compró con 250 pesos y que hoy con la valorización vale alrededor de 40 millones de pesos.

Leonardina tiene que permanecer sentada debido a una lesión que adquirió trabajando en el hospital. Es una mujer alta, delgada, con una sonrisa impecable y un gran carisma.
Cuando la entrevisté me ofreció un jugo de tomate, pues, según dijo, es muy duro caminar y hablar tanto y que no le ofrezcan ni un vaso con agua.

Ella además de manifestarme su agrado por la construcción del nuevo sistema de transporte en su zona, me comentó cómo se ha transformado Manrique y cómo ha vivido allí desde 1961.

“Manrique tubo épocas muy críticas. Recuerdo que en el tiempo de Pablo Escobar amanecían 6 o 7 muertos.
Esta calle tiene sus historias, era muy difícil salir de la casa un viernes en la noche por que siempre había una pelea y al otro día las calles se bañaban de sangre, luego llegó la paz y con ella el comercio.

Esta avenida es muy importante en Manrique, aquí usted encuentra todo tipo de ventas, y es muy bueno por que usted no tiene necesidad de ir hasta el centro, pues todo lo encuentra aquí, cerca de la casa.” Comenta Leonardina, además aludió que el metroplus traerá cosas muy positivas para los habitantes y comerciantes de dicho sector.
Un tetero y un rasca encías fue el resultado de una conversación con una comerciante del sector, cuando me acerqué a entrevistarla me dejó sorprendida cada respuesta. Cuando le pregunté por el tiempo que llevaba como comerciante en la 45 me respondió que 2 meses y que no le importó el desorden que había en las calles a raíz de la contrición de metroplus, todo lo contrario que ese sistema le traerá grandes beneficios y que ese local era una magnifica oportunidad, por eso cuando lo vio desocupado no lo pensó dos veces y fundó una pañalera.

“Es cierto que es muy incómodo trabajar con ese tierrero, pero a pesar de todo me ha ido muy bien con las ventas”. Comentó Yamile, dueña de una tienda donde se venden todo tipo de productos para bebes. Con una formalidad indescriptible y un talento innato para las ventas, pues cuando terminé la entrevista, me llevé un tetero y un rasca encías para mi bebé.

De Manrique salí a la 1:30 o 2 de la tarde con un buen material para escribir, además de la satisfacción de haber recibido tan buen trato de parte de las personas que entrevisté y con una sonrisa en los labios tomé un bus de regreso hacia el centro donde también entrevisté al conductor del bus que tomé en el mismo lugar donde inicié mi recorrido.







No hay comentarios: