sábado, 21 de abril de 2007

DE TANGO VÍA A METROPLUS


“Para mi lo inventamos. Seguramente
Fue una tarde de domingo con मत
Con recuerdos, con tristeza…”

Humberto Constantini




Recuerdos, tristeza, añoranza, incertidumbre…… Son diversos los sentimientos de los habitantes, conductores y comerciantes del barrio Manrique ubicado al nororiente de la ciudad de Medellín.

Muchos añoran la época tranquila, de calles destapadas y quebradas sin canalizar atravesando las vías. De caballos relinchando y galopando día y noche, transportando gente desde el barrio hacia el centro; mientras que otros esperan ansiosos la construcción de estaciones, andenes y vías por donde transitará el metroplus, un novedoso sistema masivo de transporte que cruzará por toda la avenida 45 o Carlos Gardel.

Esa avenida que guarda en su memoria días y noches tristes, alegres, de rumba…
…noches acompañadas de música, de baile y de sangre. Días empapados de lágrimas, risas y alegría.
“La avenida Carlos Gardel ha sido siempre muy cultural y comercial. Cada año con la feria de flores se hacen tablados musicales y eventos de danza y teatro. Además de ser la carrera principal de Manrique, ha sido muy importante y reconocida como una vía cultural en la ciudad.” Comenta con un tono melancólico Leonardina Duque, una mujer alta, de piel trigueña, de cabello tupido de canas y una agradable mirada que vive en la carrera 45 con calle 76 desde 1961.

La avenida 45 es una de las vías más transitadas y comerciales de la ciudad, allí existen por lo menos 1000 locales que ofrecen desde un par de aretes hasta electrodomésticos o muebles; desde una licorera hasta prostíbulos.

Entre las calles 76 y 77 esta ubicada la casa gardeliana, una casa museo fundada hace 35 años y que fue el sueño de una sociedad de aficionados al tango y que hoy es dirigida por Leonardo Nieto, un hombre de edad avanzada, cansado por los años y que es quien sostiene económicamente este lugar, ya no tiene ánimos para seguir intentando revivir la vos de Carlos Gardel que aparece en fotos y afiches por toda la casa. La falta de apoyo gubernamental se añadió al fracaso de un sueño musical que se deterioró con los años y que hoy simplemente quedan en el recuerdo y en el anhelo de haber construido un monumento al sentimiento argentino que se refleja en el tango.

Entre canciones que hablan de despecho, de mujeres, de arrabales, y de un sentimiento porteño que se siente entre las paredes viejas y el piso opaco de la casa habita una mujer de unos 30 años, que con su corta estatura y su cabello ondulado atiende al público que curioso se acerca allí.
Andrea Rodríguez lleva viviendo cinco años en este lugar y asegura que del museo queda muy poco. “Yo llevo varios años aquí, me toca organizar la casa cuando se presta para eventos sociales como primeras comuniones, matrimonios, bautizos, cumpleaños o cuando vienen colegios a conocer el lugar, aunque son muy pocas las ganancias, pues la casa no da ni para los servicios, que por cierto son cobrados como local comercial”. Comenta Andrea.

La casa de fachada campesina funciona como museo cuando es visitada por turistas o instituciones educativas, otras veces se convierte en auditorio donde el tango suena al ritmo de tacones y zapatillas de jóvenes y niños que pretenden no dejar morir la herencia que les dejó Gardel.

El recorrido de la avenida Gardel es como caminar por un centro comercial sin techo. Sus calles empapadas de cemento, tierra, barrillas y retroexcavadoras son el recuerdo de la vía de la cultura como varios de sus habitantes la llaman y que dicen que ayer fue el tango quien la recorrió y que hoy muere bajo el concreto, pero que siempre permanecerá en la memoria de sus habitantes.

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